A veces de un hilo, a veces de un ciento.

 Esto nunca se ha tratado de nadie, solo se ha tratado de mí. 

 

Pensar de más algunas veces es malo, pero no tan malo como cuando, para compensar, te dedicas a sentir por sentir. 

 

Qué fácil es confundirse cuando no sabes lo que quieres. 

 

Van y vienen las preguntas, pero casi no hay respuestas. 

 

No te extraño. Ni te conozco. Extraño el poco tiempo que estuvimos juntos. Extraño lo que viví ese rato. Te quise en ese momento, pero no sé si te voy a querer después. 

 

Quizá me gusta estar contigo porque, cuando me platicas algo, me olvido de lo mío. Quizá me gusta estar contigo porque estás bonita. Porque besas rico. O quizá únicamente porque prefiero estar contigo a pasar más tiempo solo.

 

Después caes en cuenta que no importa con cuanta gente estés, siempre puedes estar solo. Y quizá siempre lo has estado. 

 

Y por más que quieres estimularte de diferentes maneras, siempre caes a lo mismo. Regresas a tu estado normal. A tu estado de duda. Algunas veces con más cruda que otras, pero vuelves. 

 

Y ahí estás de nuevo, pensando. Pensando y pensando, nada más. Como en estado de shock. Pensando en tus miedos, en tus deseos, pero sin hacer nada para vencer u obtener. Solo pensar.

 

Y recuerdas a una, y luego a otra, y luego a otra. Sigues pensando y salen otras dos. Quizá otra más. Y te das cuenta de que el problema nunca fueron ellas, sino tu. Tu incapacidad de involucrarte, tu miedo a la responsabilidad. Tu miedo a ¿crecer?

 

¿Cómo arreglar este caos? ¿Por dónde empezar? Esto no es culpa de nadie, más que de ti. De tus incongruencias, de tus incoherencias, de tus miedos, de tus pensamientos. De creer que sabes lo que la otra persona piensa. De rendirte cuando "sabes" que de todas formas vas a perder; o que no vas a ganar lo que quieres, aunque no sepas lo que quieres.

 

Ya ni lloras, solo sientes. Solo sientes confusión. Ya ni esperas a que el entorno cambie porque sabes que, aunque cambie, seguirás igual. 

 

¿Tienes miedo a equivocarte? ¿A qué le temes? ¿A no poder cambiar? ¿A acostumbrarte? ¿A acostumbrarte a algo que ni conoces?

 

Quizá ya me cansé de escuchar y quiero que me escuchen, el problema es que ni siquiera sé que decir. Ya me cansé de poner atención, de preocuparme por todos menos por mí.

 

Quizá tengo que dejar de buscar. Quizá tengo que empezar a ser. 


Comentarios

Entradas populares de este blog

Zzzzzzzzz...

Tanta belleza es pecado.