En esta cama.

Bien dicen que del tamaño de tus sueños serán tus logros. Llegué aquí pensando haber encontrado ese tálamo en el que siempre nos imaginé, y lo terminé convirtiendo en mi lecho de muerte.

Aquí fue donde pulí los detalles del resto de nuestros días juntos, de nuestras vidas. Aquí fue donde terminé de tejer esos hilos que se convertirían en el manto que le daría felicidad y calor por siempre. Aquí fue donde descubrí algo que nunca en la vida había sentido.

Poco a poco me fui perdiendo en mis sueños. Por andar soñando tanto y tan bonito, olvidé  que llevaba años herido y enfermo de algo que no sabía lo que era (porque al parecer, lo ocultaba muy bien). Estos demonios que por años me persiguieron, y que - aunque de vez en cuando me alcanzaban, nunca me habían tumbado- ahora si lo lograron. Y me tumbaron cabrón. Me tumbaron a mi, tumbaron mis sueños y, lo que mas me duele en el alma, la lastimaron a ella.

Por meses esos demonios hicieron lo que quisieron con mi mente, con mi cabeza, con mis actos, con mi raciocinio, convirtiéndome en alguien que desconozco totalmente. Afortunadamente, lograron su cometido y me aniquilaron. Me dejaron postrado aquí, en esta cama, sintiéndome solo, vacío, sin ilusiones, sin alma, sin fe, sin nada. 

Y es de esta cama de la que me estoy levantando. Dejaré que se pudra aquí esa persona que se cansó de no cumplir promesas, que creía saber amar, lleno de miedos, inseguridades, lleno de dudas, lleno de soberbia, tan lleno de tanta mierda, y a la vez tan vacío. 

Gracias le doy a esta cama por demostrarme que soy mucho más frágil y tonto de lo que siempre creí. Gracias por dejar que me alcanzaran mis demonios para poder reconocerlos, verlos cara a cara, dejar que me asfixiaran viéndome a los ojos y acabaran conmigo. Gracias por hacerme sentir tan mal, tan miserable; porque para saber disfrutar de la victoria, hay que perder, llorar y berrear de vez en cuando. 

Gracias por todo, pero me tengo que ir. Bien dicen que hay que irse para poder volver, y el día que vuelva, aunque sea de lejitos a saludar, te prometo que no me vas a reconocer. 

Gracias. Gracias por salvarme la vida.

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