Carta de media noche.
Dios: Hola. Perdón por molestarte de nuevo. Se que últimamente he hablado mucho contigo, quizá tratando de compensar todo ese tiempo en el que me alejé de Ti. ¿Qué te puedo decir, que no te haya dicho antes? En estos días he tenido mucho tiempo para pensar, pensar y repensar todo lo que ha ocurrido en el pasado reciente de mi vida. Realmente no tengo nada que reclamar. Por un lado, te agradezco que me ayudaras a sacudirme la cabeza para que por fin pudiera dar el peso real a todos mis miedos, a todas mis inseguridades, mis incongruencias, todo lo que estaba haciendo mal en la vida en todos los aspectos. Yo creo que, de otra manera, nunca me hubiera dado cuenta y no sé que hubiera pasado conmigo. Gracias por ayudarme a replantearme -literalmente- todo lo que he hecho hasta ahora en mi vida, gracias por ayudarme a dejar de justificar mis pésimos comportamientos con pretextos que, en retrospectiva, son sumamente estúpidos. Me conoces, y sabes que nunca he querido lastimar...